PUEDO ESCRIBIR LOS VERSOS MÁS TRISTES ESTA NOCHE
Partiendo de ti
o del silencio sordo
árbol que crujes.
Unto mi suerte
en la silvestre fragua
de tu peaje.
Entiendo tu voz
ciudad que falsamente
creces, vil actriz.
Dependes de los
huesos heridos en la
matanza sin fin.
Ofensiva luz
que muerdes mis ojos... ¡Yang!
con tus relatos.
En toda la cruz
la madera fulgura y
nos duele volver.
Sometidos al
verbo feroz hecho de
hojas muy blancas.
Como antiguos
dioses devorados por
la dócil jauría.
Rabiosos hombres
todos queridos para
el sacrificio.
Indolente paz
esta muerte que pago
misa que odio.
Burlas tejidas
en el aire crucial
como renuncia.
Indolente paz
repetidos los labios
en estos versos.
Rompo a llorar
cuando arribas por fin
y eres la nada.
Lobo querido
esta sangre por candor
te sabrá querer.
Oso vivir en
la experiencia del que
permuta su piel.
Soy el príncipe
viejo ante su muerte
más celebrada.
Vengo de un tiempo
administrado por él
y sus lacayos.
Esta, la voz que
emigra al viento... Ying
me mata por dos.
Rompe la vieja
guardia pretoriana y vil
de los caminos.
Sorbos de mugre
aliento de sabuesos
que me persiguen.
Ojos que llevan
mi cuerpo preso hacia
el mar urbano.
Sorbos de mugre
vuelvo al tiempo
de los que huyen.
Muero este día
y asciendo a lomos de
sabios corceles.
Asciende la crin
conmigo que he muerto
tan malamente.
Sinfonía dura
lento desfile hacia
la vil hoguera.
Trágica hora
revisaré mis versos
ingrata labor.
Rumio una vida
que no me pertenece
rumio una vida.
Intento una vez
intento un cuerpo nuevo
intento pensar.
Salir de la luz
cruzar los farallones
con mi coraza.
Tengo marchita
la costumbre de amar
ya nada duele.
En cambio, Paz mía
de próxima herida
saldrá mi enjambre.
Saldrá mi estela
como una daga mejor
desde mi pecho.
Espero verte
allí junto al rocío
cada aurora.
Sobria venganza
talismán de mi fuego
espero verte.
Tejer contigo
el fango agrietado
la añoranza.
Atar contigo
este sabor antiguo
en la lucerna.
Nunca seremos
otra vez campanada
pero sí rubí.
O piedra dura
que junta su voz al río
para la zafra.
Cauce de niño
llévate esto vulgar
la melancolía.
Hastiados del pan
volveremos a vencer
a la nodriza.
Entraremos en
su azul y al rojo amor
con un siglema.
© 2021 Abraham Ortiz Lugo
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