Bella dádiva
nos brinda la existencia:
la fina humildad.
El ego oscuro
nos acecha en la senda.
Brutal, sombrío.
La gris altivez
en mi alma no hizo mella.
Nací modesto.
La vida limpia
los buenos sentimientos
sin fingimientos.
Así existiré
por siempre mientras viva.
Frontal y franco.
Hoy agradezco
haber nacido humilde
siempre sincero.
Un padre recto
ordenó mi conciencia.
La formó justa.
Mi madre tierna
con amor y paciencia
trazó mi marcha.
Inútil será
creer que ya no existen.
Subsisten en mí.
Libres mis letras
grafican en el papel
lo que aún me dan.
Dios, razón, lealtad
y un legado de su amor:
su bella humildad.
A ellos tendré
en mis versos, presentes
por la eternidad.
Donde ellos estén
me estarán repitiendo:
derrocha humildad.
Miguel Lazarte
Argentina
© 2015